Dentro del dragón había una joya que brillaba incluso en aquella oscuridad de su panza.
Brillaba con fuerza incluso cuando el dragón comía cosas negras y sombrías, cosas que se deslizan o que reptan.
Muchos habían intentado conseguir aquella joya, pero todos ellos habían quedado reducidos a carbonilla, a cenizas, a un leve recuerdo.
Y mientras,el corazón del dragón seguía brillando, una joya reluciente que no se apagaría mientras el dragón viviera.
Texto: Diego
Ilustración: Gontz
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